Pensamientos intrusivos como causa de ansiedad, pánico y fobias.

por | Dic 3, 2024 | Acompañamiento | 0 Comentarios

¿Alguna vez te ha ocurrido que estás en un lugar elevado y, de repente, aparece en tu mente la idea, ¿y si salto? O tal vez estás en la cocina cortando verduras, y te asalta el pensamiento, ¿y si me hago daño con el cuchillo? Estos son ejemplos de pensamientos intrusivos, una especie de ideas que llegan sin que las invoquemos y que a menudo se centran en escenarios temidos o peligrosos.

Los pensamientos intrusivos son comunes y suelen ser inofensivos. En muchos casos, simplemente aparecen y desaparecen sin mayor efecto. Son una forma en que el cerebro detecta riesgos potenciales y nos recuerda que debemos actuar con precaución. Sin embargo, a veces, estos pensamientos pueden provocar reacciones intensas y desencadenar una cadena de respuestas emocionales y físicas. Cuando eso ocurre, pueden convertirse en una fuente de angustia significativa.

Para algunas personas, un pensamiento intrusivo puede activar una alarma interna tan potente que el cuerpo responde con ansiedad, tensión, e incluso pánico. La mente intenta protegerse buscando maneras de garantizar la seguridad. Quizá te alejas de una situación, te lavas las manos compulsivamente, o realizas algún otro tipo de acción para calmarte. Al principio, estas conductas pueden parecer una solución, una forma de asegurar que nada malo ocurra. Pero con el tiempo, si se repiten constantemente, pueden volverse una especie de «control exagerado» sobre el entorno y sobre ti mismo.

Así, podrías llegar a evitar ciertas actividades por completo, te niegas a estar en lugares altos, evitas usar cuchillos o manipular objetos que te parecen peligrosos. Esta evitación no solo puede intensificar la ansiedad, sino que también limita tu vida y puede hacer que situaciones cotidianas se vuelvan inmanejables. En casos más severos, hasta ver imágenes de una altura, escuchar hablar de cuchillos, o simplemente recordar esos pensamientos, puede desencadenar una respuesta de ansiedad o pánico.

A medida que la mente intenta controlar cada vez más detalles, comienza a surgir una duda constante, ¿Es suficiente el control que tengo? ¿Estoy realmente seguro? Esta inseguridad lleva a una vigilancia constante y a una espiral en la que intentas controlar tus propios actos de control. Es como una trampa en la que, cuanto más intentas protegerte, más atrapado te sientes.

Este es un ejemplo resumido, pero que ilustra cómo los pensamientos intrusivos pueden convertirse en una fuente de ansiedad, fobias o incluso ataques de pánico. La ansiedad, el pánico y las fobias son experiencias profundamente limitantes y afectan a millones de personas de distintas maneras. La buena noticia es que, si estos pensamientos intrusivos se vuelven incontrolables y empiezan a interferir con tu vida, existen estrategias para gestionarlos.

Si sientes que tu mente está sobrecargada y no puedes dejar atrás estos pensamientos y comportamientos por tu cuenta, te puedo ayudar. Con un enfoque adecuado y técnicas de gestión emocional, es posible dejar de lado esta sobre activación mental y retomar el control de tu vida.

 

 

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