Martin Seligman explica que hay tres tipos distintos de vidas felices, la vida placentera, la vida buena y la vida significativa.
La primera vida feliz es la vida placentera en cual disfrutas de todos los placeres posibles, de todas las emociones positivas que puedas. Además, aprendiendo y usando técnicas como el mindfulness, conciencia y visualización, podemos amplificar el estado de bienestar en el tiempo y en el espacio. Pero esa vida tiene 3 inconvenientes, es hereditario, un aspecto poco influenciable, la emoción positiva se habitúa y no es muy maleable.

La segunda vida feliz es una vida de compromiso en que el trabajo, la crianza de los hijos, el amor, el tiempo libre son importantes. En esos momentos ocupados el tiempo se detiene, hay flujo. . El placer es sentimiento puro, en estos momentos sabes que está pasando. Pero cuando estás en flujo no sientes nada, estas uno con lo que estás haciendo. El tiempo se detiene. Tienes concentración intensa. Y de hecho ésta es la característica de lo que consideramos la buena vida.

La tercera vida feliz es la vida en búsqueda de significación. Una vida descubriendo tus fortalezas y utilizarlas para «pertenecer a» y «en servicio de» algo más grande que tú mismo.

En resumen, el primero camino hacia la felicidad es la emoción positiva. El segundo es el flujo. Y el tercero es la significación que otorga felicidad.

Los estudios muestran que la búsqueda de placer casi no contribuye a la satisfacción de vida mientras la búsqueda de significación es la más potente. La búsqueda de compromiso, el flujo también es fuerte. El placer importa si ya tienes tanto compromiso como significación. Lo que quiere decir que, para la vida plena, si tienes las tres, la suma es más grande que sus componentes. Por el contrario, si no tienes ninguna de las tres, la vida vacía, la suma es menos que sus componentes.

 

 

 

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