Todo lo que encontramos en la mochila de adulto viene de algún sitio.
¿Nacemos como niños puros?
Mmmmmm, creo que ya llevamos mucho condicionamiento dentro. Para los que no creen en otras vidas, reencarnación, podemos hablar de unas memorias familiares, memorias de nuestra sociedad, estilos de educación y rutinas heredadas, … Si crees en la reencarnación, sumamos a la lista lo vivido en otras vidas. La palabra Karma no me gusta mucho, me suena a castigo y no creo en los castigos. Me gusta más la palabra ‘consecuencias’, llevamos una carga desde experiencias no acabadas o no superadas.
Durante los primeros 7 o 8 años de nuestra vida vivimos sobre todo lo que nuestros educadores nos enseñan, lo que nos piden y obligan y como esponjas absorbemos todo. A veces no absorbemos, pero creamos resistencia, protección o rechazo.
Casi nunca la educación que recibimos es exactamente lo que necesitamos, nuestra carga, los condicionamientos aumentan. Ojalá cuando nace un niño, seríamos capaces de leer unas instrucciones sobre lo que ese niño único necesita, pero no…instrucciones no hay y así cada padre, cada madre, cada tutor o educador enseña desde su propio conocimiento, cargado o no con bloqueos y limitaciones al niño.
Y así nos formamos, crecemos y en algún momento de nuestra vida nos damos cuenta de lo que nos sobra. Muchas veces ligado a malestar o enfermedad. Con suerte empezamos pronto en nuestra vida con un trabajo interior y nos liberamos de lo que no nos conviene.
La semana pasada hablando con un niño de casi 8 años vi claramente como él ya tenía una carga dentro. Es muy importante escuchar a los niños y pillar el mensaje de lo que nos quieren decir realmente. (Cuántas veces un niño te dice algo…por ejemplo, me duele ese dedo… y tu dices… no pasa nada… El niño te enseño el dedo porque algo le pasa, o algo te quiere comentar, Hay que investigar.)
Niño: Hilde te puedo contar algo
Yo: sí, claro.
Niño: Estoy muy contento porque mi profe de educación física nos ha dicho que vamos a la piscina.
Yo: Que bien, te gusta nadar.
Niño: Siiii, (dudando) pero el profe me tiró en la piscina donde está muy profunda.
Yo: ¿Ese profe del cole?
Niño: No, era otro. Nunca olvidaré su cara.
Yo: ¿Te habías asustado mucho?
Niño: Es que no sabía nadar. Y no lo puedo sacar de mi cabeza.
Yo: ¿Cuándo pasó?
Niño: Hace 3 años… son más de 1000 días, ¿no?
Yo: Si, más de mil días. ¿Puedes perdonar a ese profe?
Niño: No puedo. No le quiero volver a ver en mi vida. Nunca olvidaré su cara. No quiero cruzarlo en la calle…
Y empieza a hablar de otra cosa.
No estaba en una situación terapéutica con el niño así que no tenía la oportunidad de limpiar esta situación. Pero hablando con su mama espero que lo trabajaran en casa lo suficiente para que ese malestar no sigue en su interior porque si siga dentro en algún momento le saldrá de manera enmascarada en su vida de adolescente o adulto.